Me encanta la época de vientos, sentir el viento sobre mi rostro me da una sensación de movimiento y libertad.
Y tú, ¿cómo percibes el viento?
Quizá no le has puesto atención y tan solo pasa por ti.
Y es que podemos tener varias posturas con relación al viento. Eclesiastés 1:6 nos da una idea precisa de lo que me gustaría que pensemos juntas.
La primera postura podría ser esconderte, porque te da miedo su fuerza y sientes temor de que derribe todo a su paso.
La segunda dejarte llevar sin rumbo porque no sabes lo que quieres.
La tercera actitud podría ser quizá subirte a la ráfaga de viento y tomar impulso para llegar a donde has soñado.
No siempre el viento soplará igual y no necesariamente un viento huracanado será devastador.
Si tu cimiento es fuerte, ningún viento te moverá, más si no fortaleces la base de tu ser, hasta el menor aviso de viento podrá arrancar tus raíces.
Qué el viento sea para ti, la simiente que en las condiciones adecuadas germina y da origen a una nueva planta.
¡Qué el viento te impulse a llegar muy lejos!
¡Qué el viento sin importar si viene del sur o va hacia el norte, te brinde dirección y se sume a tu determinación!
¡Súbete sin temor a la ráfaga y alcanza alturas inimaginables!
Súmale al viento de la vida, una generosa porción de fe y una gran dosis de valentía, estoy segura de que sin importar si el viento es calma o tormenta, tú llegarás a destino seguro.
Con amor,
Claudia Regina