Oración, fe, rezar, orar

La semana pasada estuvimos hablando sobre la lectura de la Biblia, como hijas de Dios es una de las disciplinas espirituales que debemos mantener regularmente, hoy hablaremos acerca de otra, la oración.

Hay muchas posturas acerca de la oración y yo te daré aquellas que he aprendido a través de leer y estudiar de ella, pero también a través de la práctica. Vemos la oración como algo aburrido, algo obligatorio, algo vergonzoso y como una rutina más, y debería ser todo lo contrario, esperar con ansias nuestro momento de oración, sentirnos cómodas para hacerlo en cualquier lugar y realizarlo no como una rutina de costumbre sino porque de verdad lo necesitamos.

La oración no es más que una conversación con Dios, toda la vida creí que era un diálogo iniciado por mí con Dios, pero hace un año descubrí que siempre ha sido Dios quien ha iniciado la conversación, cada adversidad, bendición, atardecer, cielo estrellado, o lo que sea que llame tu atención y la oración es nuestra respuesta a esa conversación.

Cuando mantenemos una conversación con una amiga o con nuestra pareja, esas conversaciones son de dos vías, hablamos, pero también escuchamos. Cuando oramos somos tan maleducadas, hablamos, hablamos y hablamos y por si acaso también hablamos y nunca le damos tiempo a Dios de contestar, claro que quizá no escucharemos su voz a la primera, pero mientras más practiques la oración será más fácil darte cuenta cuando Él te está respondiendo.

Otra de las cosas que nos suceden es que mientras oramos también somos super egoístas, o acaso no te pasa que mientras oras pides por tus necesidades y luego dices amén. Para erradicar esto encontré una super guía en el libro Antes del amén de Max Lucado y te dejo un pequeño resumen para que puedas probarlo y luego me cuentas como te fue, al orar:

  1. Nos dirigimos al Padre: a él le gusta que nos acerquemos con confianza, su corazón se derrite cuando llegamos con un corazón de niñas a decirle Papito, Papi, Papá, Abba, como tú te sientas más cómoda, pero con la familiaridad de una hija a su padre y no con la distancia de un trabajador hacia su jefe.
  2. Primero lo primero: en nuestras oraciones debemos establecer prioridades, lo primero no son nuestras necesidades, sino que podamos alabar y adorar a Dios, contarle lo que sentimos hacia él, como lo vemos desde nuestra perspectiva, para esto puedes ayudarte de canciones, de la Biblia y mientras más practiques se hará cada vez más fácil.
  3. Necesito ayuda: claro que habrá un tiempo para contar nuestras necesidades, es algo bíblico que lo hagamos, debemos recordar que hay que pedir conforme a la voluntad de Dios, en esta sección de la oración podemos preguntar si es su voluntad y también es un área donde podemos confesar nuestros pecados y pedirle a Dios que nos limpie y revele aquello de nosotros que no esté bien.
  4. Ellos necesitan ayuda: esta se ha con vertido en una de mis partes favoritas de la oración y es el momento que nos tomamos para orar por otros, hay tanta gente con necesidad y si vamos a la Biblia veremos como agradamos el corazón de Dios cuando nos abrimos a la compasión por aquellos que están en necesidad. Asegúrate que ninguna de tus oraciones vaya sin esta esencial parte.
  5. Gracias: no te imaginas el poder que tiene el agradecimiento y lo mucho que Dios disfruta que seamos agradecidos por lo que hace por nosotros, como seres humanos nuestra naturaleza es muy ingrata, la palabra es fuerte pero solo significa que nos falta ser más agradecidos. Sal de lo común en esta parte de tu oración, agradece cosas que nunca habías notado que tenías, la sugerencia de Lucado es agradecer con el abecedario, luciría algo así: hoy estoy agradecida por las abejas, las ballenas, mi casa, etc hasta llegar a la z.
  6. Cuando termines de orar cierra tu oración pidiendo en el nombre de Jesús, porque fue como él nos enseñó a hacerlo.

Antes de terminar, si llegaste hasta acá algo que a mí me funcionó fue escribir mis oraciones, sé que no es para todos, pero puede ser que también funcione para ti. Si escribir no lo hace busca un lugar donde te sientas a gusto y busca cómo hablar con Dios como si estuvieras hablando con una amiga en una cafetería. Espero te haya servido, un abrazo.

Julieta de Escobar

Cirujana Dentista