El principal propósito que Jesucristo tuvo al presentarse como El sacrificio vivo fue el de destruir el sufrimiento de los pobres, los oprimidos, el sufrimiento de los enfermos, y aquel sufrimiento que sigue a una catástrofe. La única manera de destruir ese sufrimiento era renunciar a todos los valores del mundo y llevarlos sobre sí mismo.

Únicamente estando dispuesto a sufrir lo insufrible Jesucristo pudo aniquilar y vencer a la muerte sobre el ser humano, la compasión aniquiló el sufrimiento existente en el mundo. La simpatía demostrada a los pobres y los que sufren es un mero sentimiento inútil, una emoción para el ser humano, pero para Jesucristo fue un sentimiento absoluto de compasión.

No es posible compartir las bienaventuranzas de los pobres si no se es capaz de compartir así mismo sus sufrimientos; Jesucristo llego aún más lejos, Él dio su propia vida, sin darle importancia a esta y desligándose de ella estando dispuesto a morir por todos sin excepción. Para Jesucristo la compasión era el sentimiento divino que le poseía y le colmaba, todas sus convicciones, su fe y su esperanza eran expresiones de esa experiencia fundamental.

Si Dios es compasivo, hará triunfar el bien sobre el mal, sucederá lo imposible y habrá esperanza para la humanidad; es así como la fe y la esperanza constituyen la experiencia de la compasión divina.

La compasión es el fundamento de la verdad, la experiencia de la compasión es la experiencia de sufrir o sentir dolor por alguien. El sacrificio de Jesucristo al morir por los hombres fue un servicio; Los evangelios coinciden al describir como Jesucristo fue hacia la muerte consiente y voluntariamente, aunque la muerte eminente en algún momento lo abrumó y superó el temor su humanidad; Él fue consiente de la necesidad de la muerte para la liberación de sus hijos.

Al iniciar su ministerio públicamente, Jesucristo señaló claramente que la culminación de los tiempos había llegado y confirmaba la venida del Reino de Dios: “El tiempo se ha cumplido y está cerca el Reino de Dios; haced penitencia y creed en el evangelio” (Mr 1:15), la predicación de Jesucristo llego con aires nuevos y libertadores. Cuando Lázaro enferma y muere Jesucristo compara la muerte con un sueño; en Juan 11:11-14, así mismo compara el cielo con un reinado en Juan 14:1-3.

Cuando los discípulos de Cristo se lanzaron a predicar por Judea primero, por todos los países del Imperio Romano y luego por el mundo entero; su mensaje era principalmente que la humanidad ya no era esclava de la muerte, Jesucristo la había vencido resucitando y por consiguiente si Él lo había hecho entonces cada mujer y cada hombre podía y puede cambiar, ya que la humanidad ya no estaba sujeta a la ley del pecado y la muerte eterna: “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21:5).

En esta época de recogimiento espiritual te invito a meditar sobre esta compasión que Jesucristo nos enseña, esa compasión que es capaz de liberar al abatido, al enfermo, a todo aquel que hoy esté pasando por una situación difícil y que en las promesas del Sacrificio de Cristo puede encontrar esa paz que sobrepasa todo entendimiento.

Wendy Pineda

Un comentario en «La perspectiva de Jesús ante la muerte»
  1. Tenemos que ser de un espíritu maduro para comprender que La Paz del Señor que sobre pasa todo entendimiento es la única que nos hará dar pasos de fe que nos harán ser más como Él

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