Hoy día, con el ajetreo que debemos atravesar desde que nos levantamos hasta que vamos a descansar por la noche, es necesario tomar conciencia de la importancia de contar con personas y/o círculos sociales que aporten a nuestra vida, con el objetivo de fortalecer nuestra salud física y mental. El simple hecho de “estar” con otras personas, no significa que realmente nos compenetremos, para “ser” en otros o que “sean” para nosotras, para ello se necesita intencionalidad, y podemos ayudarnos también, estableciendo las prioridades que se tienen para la propia vida, como para la de los seres que nos rodean creando una identidad.

La identidad es un camino complejo que pasa por distintas etapas y tiempos, hay que trabajarla tanto a nivel individual como en conjunto, y es un elemento en la vida de una persona con el que se logra llegar a tener una vida plena.

Te invito que te tomes el tiempo para formularte las siguientes preguntas: ¿me identifico con los demás?; ¿otras personas se identifican conmigo?; ¿soy una persona que represento algo en la vida de otros? Estas preguntas, aunque se lean fuertes, realmente tienen que ver con nosotras mismas. Si nosotras no podemos reflejar ser algo o alguien en la vida de los demás, difícilmente nos estamos procurando reforzar nuestra propia identidad.

Todas, no importa la edad, condición física o condición económica que tengamos, representamos algo, especialmente para Dios, porque somos su creación y sus hijas, y partiendo de esta afirmación que llena nuestras vidas, es necesario que apreciemos el valor propio, para que como una consecuencia apreciemos el valor de otros y a la vez, esos otros puedan valorarnos. Y toda esa valoración, necesariamente implica participar en relaciones sociales y círculos sociales saludables.

Las relaciones sociales y círculos sociales saludables traen consigo beneficios para la salud mental, pues al evitar el aislamiento también evitan factores psicológicos tales como la depresión, la ansiedad y el estrés, que a su vez pueden tener manifestaciones físicas negativas, tales como presión arterial cambiante, diabetes, obesidad, problemas de piel, entre otros.

No obstante, para tener relaciones sociales y círculos sociales saludables, debemos tener en cuenta que estos deben tener algunos o todos los elementos que se describen a continuación:

  • Valoración: la valoración implica sentirse aceptada.
  • Calidad: las conversaciones y personas se centran en la calidad, es decir que son sinceras y confiables.
  • No egoístas: las personas y conversaciones que nos rodean, no serán el tema de conversación, ni pretenderán que tengamos que escuchar solo problemas o asuntos negativos.
  • Apoyo mutuo: las personas y conversaciones, son de apoyo tanto en situaciones alegres como en situaciones difíciles o comprometedoras.

Si logramos identificar lo anteriormente descrito con las personas que nos rodean, seguro estemos en una relación o círculo de calidad. Lo importante es que siempre estemos pendientes de lo que nosotras mismas y otros representan para nosotras, en beneficio de la salud mental y calidad de vida, así que si hoy no te encuentras satisfecha con lo que recibes o tal vez con lo que estás dando, es momento de dar un giro para mejorar, la propia Biblia en el Salmo 133 del versículo 1 al 3, nos enseña: “1 ¡No hay nada más bello ni más agradable que ver a los hermanos vivir juntos y en armonía!; 2 Es tan agradable ver esto como oler el buen perfume de los sacerdotes, perfume que corre de la cabeza a los pies; 3 Es tan agradable como la lluvia del norte que cae en el monte Hermón y corre a Jerusalén, en el sur. A quienes viven así, Dios los bendice con una larga vida.”

Así pues, busca rodearte de personas que aporten a tu vida y busca aportar en la vida de los demás, ya que amar a otros como a nosotras mismas, no solo te hace cumplir el mandamiento como tal, sino que fomentas una sociedad más sana.

KARLA DE GAMARRO