El mundo en el que vivimos está rodeado de malas noticias, a donde quiera que busques fuentes de información actual, sean redes sociales, periódicos, noticieros, la mayoría de los sucesos son hechos lamentables de nuestra sociedad.

Cada vez que te encuentras con algún amigo de hace años, lo que hace es resaltar lo mucho que hemos engordado o envejecido, a lo que toca corresponder con una sonrisa falsa y continuar la conversación. Las personas prefieren desacreditarnos y disminuir nuestro valor. Muchas veces nuestra propia familia dice palabras hirientes que dañan y latiman nuestro corazón. Una de las cosas más importantes es que recuerdes que lo que escuches llenará tu corazón de fe o de pesimismo. Aún más importante es todo aquello que hablas, las palabras que permites que los otros escuchen salir de tu boca.

La verdad es que nadie, ningún hombre sobre la faz de la tierra puede decirte quién eres como mujer. Nadie tiene el veredicto de tu alma. Solamente Dios puede decirte quién en verdad eres tú, cuando buscas en la Biblia palabras de afirmación, el veredicto que encuentras es que eres Hija de Dios (Juan 1:12), eres amada (Juan 3:16), perdonada (Mat. 26:27-28), escogida (1 Pe. 2:9), redimida (Efe. 1:7), hermosa (Sal. 139:13-16), libre (Juan 8:36), la lista podría continuar, pero cuando te vuelcas a Dios para preguntar quién eres Él siempre tiene para ti palabras de validación.

El mundo y el enemigo de nuestra alma se empeñan en herir nuestros corazones, no solo el tuyo, el de todos, pero tenemos en nuestras manos la mejor medicina, Proverbios 16:24 dice: “Las palabras amables son como la miel: dulces al alma y saludables para el cuerpo.” (NTV). Nosotras podemos -y deberíamos- ofrecer esto a todas las personas que nos rodean. Esto puede ayudar a sanar las heridas de aquellos que nos acompañan en el viaje de la vida. Nuestra validación propia debe provenir única y exclusivamente de Dios, hasta que esto suceda podrás validar y guiar a otras personas a conocer quienes verdaderamente son y qué es lo que Dios dice acerca de ellos.

Por eso hoy te invito a que seas un agente de cambio, el mismo Dios solamente nos da palabras de afirmación en su Palabra, parezcámonos más  a Dios y afirmemos a las otras personas, te dejo un reto, toma tu teléfono, busca entre tus contactos a alguien con quien convivas constantemente pero no le has dado palabras de validación últimamente, puede ser tu mamá, ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste lo buena y excelente mujer que es?, tu mejor amiga, tu papá, tu hermano o hermana que hace mucho no ves, y cuando te conteste pídele dos minutos para decirle la genial persona que es.

Todas las personas necesitan un porrista en la vida, ¿qué te parece si te conviertes en una? Sabes, el ser felices no se trata únicamente de ti, darles felicidad a otros te hará feliz, las personas correrán a responder tus mensajes y tus llamadas si tú te conviertes en su recordatorio de todo lo que Dios piensa de ellos, y entonces tú serás feliz.

Cirujana Dentista

DRA. Julieta GONZÁLEZ
Un comentario en «Un Recordatorio de Dios»
  1. Amén. Nuestra Identidad está en Cristo. Amarnos nos lleva a la acción de amar. Ser Validadas por Dios nos lleva a validar a los demás. Muchas gracias por recordarlo Julieta. Muchas Bendiciones ??

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